La historia de amor de Manolete y Lupe
Dicen que hasta que Manolete conoció a Lupe buscaba la muerte en cada tarde de faena. Dicen que estaba cansado de vivir. Pero con ella llegó el amor, la pasión y la felicidad. La actriz supuso un antes y un después en la vida del diestro. Tan importante fue ese amor que el califa torero había decidido retirarse de los ruedos en 1947 para casarse con Lupe y disfrutar de la vida. Pero un toro de miura llamado ‘Islero’ truncó sus planes el 28 de agosto y no hubo final feliz.
Manolete es la figura del toreo sobre la que más se ha escrito. Sin embargo, hay un aspecto por el que se ha pasado de puntillas como si de un secreto se tratase. Y es que por todo el mundo es sabido el desprecio que el entorno del torero sentía por su novia Lupe. Recibió el apodo de «la serpiente» y se vertieron rumores de toda clase sobre ella para desprestigiarla. Así que a la hora de hacer historia, muchos fueron los que la eliminaron de la fotografía. Sin embargo, la futura mujer de Manolete le dio al diestro los mejores años de su vida. Y su trágica historia de amor se ha convertido ya en una leyenda.
Un flechazo en la Gran Vía
Era el año 1943 y Manolete disfrutaba de su whisky en el mítico Bar Chicote de la Gran Vía madrileña. Siempre había sido un hombre tímido y reservado fuera de la plaza. Por eso, nunca se le había conocido novia. La única mujer de la que se había enamorado se casó con otro tras meses esperando a que el cordobés le dedicara más de cinco minutos de conversación insustancial.
Pero entonces entró por la puerta una belleza de ojos verdes y radiante sonrisa. Venía acompañada de Pastora Imperio y Gitanillo de Triana, amigos del torero. La amiga común les presentó y Manolete decidió que tenía que conquistar a aquella mujer. Desde ese momento, las citas fueron cada vez más frecuentes y aquel encuentro casual se transformó en una relación seria y estable.
La mujer que le enseñó a vivir
Aunque su nombre artístico era Lupe Sino, la mujer que robó el corazón de Manolete se llamaba Antonia Bronchalo Lopesino. Nacida en 1917 en Sayatón, un pequeño pueblo de Guadalajara, estaba comenzando su carrera como actriz. Aunque aún no había despuntado, ya había participado con papeles secundarios en películas con grandes estrellas de la época.
Dicen de ella que era una mujer de vida alegre, que solo iba detrás del dinero y la fama y que había estado casada por lo civil con un republicano. Y quien la conocía de verdad, que era alegre, guapísima y fuerte, capaz de luchar con uñas y dientes. Y que amaba a Manolete. Su único defecto fue ser una mujer adelantada a su tiempo y progresista que representaba una ofensa para la hipocresía y las normas de la época.
La sonrisa del torero triste
El entorno del torero rechazó frontalmente la relación, que había comenzado a pasar los días en el piso madrileño de Lupe en lugar de hospedarse en hoteles de la capital. Esta relación pasional y prematrimonial fue demasiado para su entorno. Su madre, Angustias Sánchez, viuda de dos toreros y cuyo único hijo varón era Manolete, se opuso desde el primer momento. Su apoderado, Camará, y su amigo Álvaro Domecq siguieron hablando de la actriz como si del mismo diablo se tratase incluso décadas después de que el torero perdiera la vida.
Pero Manolete siempre defendió su relación y cada vez pasaba más tiempo con Lupe. Los dos últimos veranos los habían pasado juntos en Fuentelaencina, el pueblo en el que veraneaba la familia de la actriz. Y fue allí donde se refugió durante casi todo el año 1946, que se tomó de descanso. Allí fue feliz, sonreía, soñaba y hacía planes de futuro.
Había decidido que se retiraría de los ruedos en 1947. Él mismo declaraba a los periodistas que «el hambre que tengo ya es de vivir la vida y no continuar siendo un muñeco y un esclavo de ella». La pareja ya tenía incluso fecha para su boda: el 18 de octubre de 1947. Angustias Sánchez ya había advertido a su hijo que no asistiría al enlace bajo ningún concepto.
Pero Manolete era feliz y, a pesar de vivir con angustia el rechazo de su entorno hacia la mujer a la que amaba, quería vivir de una vez. Sus planes eran casarse en México con Lupe y disfrutar allí de una vida alejada de las críticas y la presión.
Islero, el miura que mató al hombre e hizo nacer el mito
El 28 de agosto de 1947 iba a ser una tarde de corrida más en Linares, Jaén. Sin embargo, quiso el destino que el miura ‘Islero’ alcanzase a cornear a Manolete en triángulo de Scarpa de la ingle derecha. Fue atendido en la enfermería de la plaza y después trasladado al hospital. Aunque las heridas pudieron ser mortales, lo que realmente mató al diestro fue una transfusión de plasma noruego en mal estado que había sido utilizada ya en soldados durante la Segunda Guerra Mundial.
Lupe, que se encontraba en Lanjarón curándose de una enfermedad del riñón, acudió corriendo a Jaén. Sin embargo, jamás volvió a ver a Manolete con vida. Cuando llegó al hospital, el cordobés seguía con vida pero Camará y Domecq le impidieron la entrada a la habitación. Sola, lloraba a su amor en la habitación contigua.
Y es en este momento en el que surgen dos versiones de la historia. Por un lado, el apoderado y el amigo de Manolete le dicen que el diestro no ha preguntado por ella, solo por su madre. Y que al mencionar a Lupe él ni siquiera había reaccionado.
Por otro lado, la del diestro Domingo ‘Dominguín’ allí presente, que afirma que Manolete la llamaba, y pedía que hicieran venir a un cura para que los casara ‘in artículo mortis’. Al volver con el clérigo, a ‘Dominguín’, al cura y a Lupe no les dejaron entrar y Manolete murió sin ver su último deseo cumplido. Y es que al morir sin haber hecho testamento, la actriz sería la única heredera de la fortuna. Fortuna astronómica cuyos albaceas fueron finalmente Camará y Domecq.
Tras la tragedia, Lupe Sino de mudó a México donde años después se casó con un abogado. Tras dejarlo y regresar a Madrid, muere a los 42 años de un derrame cerebral en 1959 poniendo punto final a una historia de amor incomprendida y trágica.
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