El origen de las sandalias

Las sandalias son el calzado favorito del verano. Dejan nuestros pies al aire y nos permiten pintar las uñas de los pies. Son un calzado sexy. Aportan a nuestros outfits un aspecto desenfadado y un toque de sofisticación. Pueden ser sencillas o elaboradas, bajas o de tacón, discretas o de alegres colores, incluso hay sandalias joya. Por todo eso, siempre están presentes en nuestro zapatero.

Las sandalias pueden considerarse como el calzado más primitivo. El hombre prehistórico usaba pieles para cubrir los pies. Este podría tomarse con el origen primigenio de este tipo de calzado. Puede decirse que prácticamente todas las culturas y épocas presentan su propia versión. A día de hoy, siguen siendo uno de los tipos de calzado femenino más utilizados. Su sencillez inicial se ha ido complicando con los avances de la técnica. Ahora son un tipo de zapato sofisticado.

En Manolett’s amamos las sandalias de cuña, sabemos que proporcionan una pisada cómoda y segura. Y que, también, estilizan nuestras piernas resaltando nuestra figura. Nuestro sistema artesanal de fabricación hace que siempre tengamos en mente las técnicas antiguas para aprovechar lo mejor de ellas y mejorarlas en el futuro. En el post de hoy queremos contaros todo sobre el origen de las sandalias. Quizás porque nos resistimos a empezar a dejar atrás el verano.

 

 

Rastreando el pasado de las sandalias

 

Las sandalias más básicas consisten en una simple suela unida al pie por unas tiras que pueden ser de cuerda o cuero. Su principal uso es proteger los pies de los terrenos pedregosos o los suelos muy cálidos. Hoy en día los protegen del cálido asfalto en los meses veraniegos. Las sandalias abarcan una gama muy variada de calzado. Pero lo que es un hecho es que se pueden encontrar en distintas épocas en prácticamente todas las regiones de la tierra.

Se tiene constancia de que hacia el año 3500 a.C., los egipcios caminaban protegiendo sus pies con suelas de papiro trenzado a las que unían tiras de cuero sin curtir para sujetarlas al pie. Las mujeres más pudientes aprovechaban la desnudez de sus pies para adornarlos con joyas. Pero nada comparado con las sandalias de las emperatrices romanas, cuyas suelas estaban fabricadas de oro puro y las tiras llevaban incrustaciones de piedras preciosas. Causarían, desde luego, un efecto deslumbrante.

En Japón, llamaban zoris a sus sandalias planas hechas con fibras vegetales y madera lacada. Los persas y los hindúes fueron los inventores de las sandalias de plataforma. Y los africanos teñían pieles de alegres colores que cosían para fabricarlas. El fieltro fue el material básico que usaron los pueblos eslavos para elaborarlas y en España, el cáñamo. En la Edad Media, las sandalias más básicas se fabricaban en madera y pasaron a ser símbolo de pobreza al ser usadas por las órdenes monásticas como los franciscanos.

 

El revival de las sandalias en el siglo XX

 

Durante un milenio, las sandalias no fueron un calzado que llamase la atención de las clases altas. Pero en los años 20 del siglo pasado, revivieron y lo hicieron con una innovación de Ferragamo. Se trataba de un soporte metálico para la bóveda del pie, que permitió que los zapatos de tacón no tuvieran puntera para ejercer de freno. Eso favoreció la aparición de las sandalias de tiras muy finas que revisten el pie.

Desde entonces, las sandalias siguen triunfando en sus diferentes versiones. En los años 60, se pusieron de moda las planas y en los 70, el estilo disco les devolvió los enormes tacones. En los años 80, los grandes diseñadores de zapatos como Manolo Blahnik, o Maud Frizon crearon modelos de sandalias muy sofisticados que causaron sensación.

Las sandalias de yute, que vendemos online en Manolett’s, forman parte de toda esta tradición del que podemos considerar el calzado más antiguo. ¿Ya tienes las tuyas?

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